Todos conocemos la importancia de dormir bien. Cuando no tenemos suficientes horas de sueño es una verdadera tortura permanecer despiertos para poder trabajar o estudiar. Los periodos de sueño son mucho más importantes cuando estamos en un proceso de aprendizaje, ya que durante el tiempo de sueño, el cerebro consolida todo lo que hemos aprendido durante el día.
¿Y si no podemos dormir nuestras cinco, seis u ocho horas de corrido? Una siesta es la solución. Dos investigaciones recientes, una realizada por la Universidad de Nueva York y otra publicada en el diario Psychological Science, demostraron que tomar una siesta puede ayudarnos de manera notable a elevar nuestro estado de alerta, reducir el estrés y aumentar las funciones cognitivas.
Durante mucho tiempo se ha hecho burla del jefe que cierra su oficina a media tarde y se duerme quince minutos, o a los jóvenes que al llegar a casa tienen que dormir una siesta antes de hacer cualquier otra cosa, incluso comer. Sin embargo, según los recientes estudios, aquellos que toman una siesta después estudiar o trabajar con gran cantidad de información, no sólo retienen mejor lo aprendido, sino que tienen mayor lucidez para resolver problemas, elaborar pensamientos más complejos y creativos.
Esta es una excelente noticia para aquellos que se encuentran en un intenso proceso de asimilación de información o que pasan por bloqueos creativos, ya que con una pequeña siesta el cerebro es capaz de reordenar la información y, por decirlo de alguna manera, "limpiar" los flujos de pensamiento.
Lo más interesante de este estudio es que no sólo se mejora el proceso de aprendizaje, sino que la información se retiene mejor y se encuentra "más a la mano" para situaciones futuras (proceso conocido como memoria prospectiva). Curiosamente, los científicos también encontraron que la gente que suele tomar siestas es más proclive a llevar a la acción los proyectos, pues su cerebro está más dispuesto a vencer las resistencias y a responder de manera más efectiva a los estímulos de su entorno.
Durante los quince o veinte minutos de siesta, el cerebro se encuentra en la primera parte del ciclo del sueño, que es cuando los procesos de memoria prospectiva están activos. En este periodo hay interacción entre el hipocampo (fundamental para la formación de la memoria) y las regiones corticales del cerebro; el hipocampo toma la información y la coloca en las áreas de almacenamiento del cerebro.

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