Quién nos iba a decir a nosotros que un cactus, que crece libre y sin cuidado alguno, fuera a ser tan beneficioso para la salud, sobre todo, para nuestra piel. Hablamos del aloe vera, una joya en forma de planta.
Es un producto muy barato y con muy pocos casos conocidos de alergia y se caracteriza por tener unas hojas muy gruesas en las que alberga una gelatina casi milagrosa. Esta planta se utiliza desde hace miles de años y la verdad es que se puede tener en casa sin tener que estar obligados a favorecerla con muchos cuidados y mimos. Se puede decir que casi crece sola, por lo que es ideal para aquellas familias que tienen un ritmo de vida muy acelerado.
Las propiedades del aloe vera son las siguientes:
- Suaviza
- Cicatriza
- Calma y refresca
- Coagula
- Hidrata
- Desinfecta
- Es antinflamatorio
- Astringente
- Antialérgico
- Regenerante
que tratar. Igualmente, lo podemos tomar por vía oral, como si de un medicamento se tratase, pues en los herbolarios se venden cremas y zumos a base de este ingrediente.
En verano, y tras la exposición al sol, lo podemos utilizar para calmar e hidratar la piel, pero también es un buen cicatrizante y por ello es perfecto para pequeñas heridas – evitando así, por su efecto regenerador – que queden cicatrices, o para usarlo tras algún método depilatorio. Si trabajas con tus manos y tienes la piel agrietada, no dudes en aplicártelo en ellas para cuidarlas.
Sobre las articulaciones, tiene el poder de calmar los dolores y también reduce las manchas de la piel, así como aliviar la psoriasis.

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