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lunes, 13 de diciembre de 2010

12 de Diciembre: Fe que no muere

La noche del sábado, los fieles victorenses cantaron las mañanitas en el Santuario

 Por: Diana Cortes

La palabra “fe”  significa confiar en algo o en alguien. Algo difícil de conseguir en tiempos como los que estamos viviendo. Sin embargo, en nuestro país, hay una fe que mueve montañas, más allá de ideologías de toda índole. Estamos hablando de la Virgen de Guadalupe, “madre de todos los mexicanos”.


Cada 12 de diciembre, la devoción de los mexicanos, -que iniciara ya hace muchos siglos con la aparición de esta a Juan Diego-, se deja ver de rodillas, a pie, en bicicleta o en autobús, los fieles de la Virgen de Guadalupe llegan lo mismo a la Basílica del Tepeyac en la ciudad de México o a la iglesia de cada unas de las ciudades y pueblos de nuestro país, confirmando que la fe es sólida como  las rocas.

Dicha devoción la pudimos observar durante el pasado fin de semana en el Santuario de Guadalupe de Ciudad Victoria, lugar al que llegaron cientos de personas para celebrar a su “madre” y llevarle desde una veladora, arreglos florales hasta danzas tradicionales.

A las instalaciones del Santuario victorense, arribaron peregrinos de diversos municipios de Tamaulipas, muchos de ellos empezaron a llegar desde la semana pasada, aunque incrementaron su presencia desde  el sábado y ayer domingo  12 de diciembre, fecha importante dentro del calendario católico.

 “Venimos al Santuario desde hace 20 años, cada año estamos aquí. Es una tradición que nos inculcó mi mamá, señaló ayer Efrén Gutiérrez”, vecino de la colonia Mainero.

“Ahora traigo a mi nieto, para que conozca nuestras tradiciones, cada 12 de diciembre estamos aquí para agradecer a la virgencita que nos cuide”, agregó.

Como muestra del amor y devoción a la “morenita”, el pasado fin de semana los victorenses se vistieron de los colores y sabores guadalupanos, en los que no faltaron quienes portaban ropa con imágenes de la virgen a sus espaldas e incluso algunos iban vestidos como “San Juan Diego”.

Entre un ambiente multicolor, los grupos de peregrinos fueron arribando al Santuario  desde hace unos días, aunque el sábado se incrementó su presencia, debido a las vísperas de las festividades guadalupanas.

Los peregrinos o también conocidos como “matachines”, recorrieron las calles victorenses, como parte de su muestra y amor a la guadalupana. Sin importar el sol o el frío, los fieles devotos caminaron hasta llegar al pie del altar de la “Virgen Morena”, unos con el firme propósito solo de celebrarla, otros para agradecerle algún favor y unos más para pedirle les hiciera un “milagrito”.

“Mi mamá tiene problemas de salud y en unos día van a operarla, por eso quisimos venir para pedirle a la virgen que nos ayude y si todo sale bien, le vamos a traer a mi mamá, cuando ya este recuperada”, comentó “Blanca”, vecina de la Periodistas.

Desde temprana hora del día sábado y hasta ayer 12 de diciembre, cientos de pelegrinos arribaban al Santuario, algunos a pie y otros con vehículo, aumentando el transito vial en dicha zona, aunque los automovilistas esta vez sí entendieron el porque del embotellamiento.

Por esta única ocasión, no importaron el frío, los intensos vientos registrados el sábado por la noche ni las bajas temperaturas de la madrugada del 12 de diciembre, porque en una fecha como ésta, lo que en realidad importa es estar con la “morenita” sin  que nada más perturbe a los fieles.

"Venimos un grupo de devotos como cada año para festejarle a nuestra Patrona y agradecerle un año más de salud y vida”, dijo José García, originario de Jaumave, quien, acompañado de otras 60 personas de su comunidad peregrinaron desde hace dos días para llegar al Santuario Guadalupano.

Para los fieles, el cansancio no existió, la motivación entre ellos, hizo que el recorrido hacia el templo mariano, fuera más sencillo. Muchas de las peregrinaciones traían consigo un camión con alguien que hablaba a través del micrófono, exclamando frases como “levanten las manos, caminen con fuerza, no se rindan que vamos a ver a nuestra madre”, todas éstas para alentar a los integrantes de los grupos de fieles.

Después de arribar al Santuario, escuchar misa, depositar sus flores o veladoras y hacer las peticiones o agradecimientos respectivos, los fieles se sentaban a descansar un rato  y también a comer un pequeño refrigerio, porque muchos tenían que regresar a sus comunidades.

En este sentido no faltaron alrededor del templo guadalupano, los puestos de comida con el tradicional “champurrado”, los tamales, el pan de dulce así como otros diferentes guisos que fueron verdaderos manjares para los pelegrinos, después del camino andado.

Alegres y satisfechos los fieles se despidieron de su “madre”, no sin antes prometer que el próximo año estarán aquí nuevamente para acompañar a quien no los olvida. Porque como bien dicen una madre nunca olvida y siempre esta para cobijar a sus hijos.

De esta forma finalizaron  en el Santuario victorense, las festividades del Día de la Virgen de Guadalupe, fecha de gran relevancia y que transciende a través de los años. Porque ya nada es ni será igual desde aquel 12 de diciembre de 1531, cuando se apareció la “Morenita del Tepeyac”, en tierras mexicanas por primera vez.

 Largas filas para ver a la Virgen de Guadalupe
 Los danzantes llamaron la atención de los asistentes
 La venta de antojitos, no faltó como cada año
 Los rezos y las veladoras inundaron la noche

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