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miércoles, 5 de enero de 2011

“Si a uno le gusta su trabajo, no hay porque estar con caras largas”

Por: Diana Cortes

Caminar por la Plaza Hidalgo es una actividad que todo victorense realiza durante varias veces en una semana o mínimo cuando tiene que realizar algún trámite gubernamental. Entre el vaivén de la gente, pocas veces se detienen a observar lo que hay a su alrededor y peor aún desconocen el mundo de historias y personajes que viven en el interior de dicho lugar.


Tal es el caso de Don Reyes Barajas, mejor conocido  entre los cuates como el “Flaco” o simplemente “Reyes”, quien desde hace más de 40 años ejerce el oficio de bolero, en las inmediaciones de la las oficinas de la rectoría de la UAT.

De trato amable y sonrisa fácil Reyes de 74 años de edad, cuenta orgulloso como es que llegó a Tamaulipas desde su natal Guanajuato.

“Nací en San Francisco del Rincón, Guanajuato, ahí viví mucho tiempo aunque siempre me gusto viajar por todos lados”, comentó en entrevista Reyes.

“Siempre me gusto viajar y recorrer diferentes lugares. Mi idea era irme a vivir a Guatemala, ¿Por qué?, no lo sé, solo quería ir allá, pero termine aquí en Victoria”, añadió.

“Se me perdió la brújula, porque termine en el lado opuesto de donde quería ir. Llegué a Victoria y aquí me quede”.

“El flaco” arribó a Cd. Victoria en 1968, ante la necesidad de buscar un mejor futuro para él y su familia, por lo que  decidió echar raíces en la capital tamaulipeca.

“Cuando vivía en Guanajuato realice diferentes actividades, fui campesino y también trabajé en un fábrica de envases de plásticos cuando anduve por la ciudad de México”.

“Aunque desde que estaba en mi tierra ya me dedicaba al oficio de bolero, siempre me gusto el trabajo, y cuando llegue aquí hice lo mismo. El flaco narra que el costo de la boleada en aquel entonces era de 1 peso, en comparación con los 20 pesos del día de hoy”.

“Quizá no es mucho lo que se gana, pero me sirve para vivir dignamente y eso es lo importante”, añadió.

“Me gusta mi trabajo, por eso cuando recién llegué a Victoria, me vine a la Plaza Hidalgo y puse mi cajón para bolear, el cual compré en 1962, lo que quiere decir que lo traigo desde Guanajuato. El primer lugar en el que me ubique fue  enfrente del Hotel Sierra Gorda y véame ahora donde estoy, me moví hasta las puertas de la UAT”, dijo sonriente Reyes, como lo llama la comunidad académica de la zona,  quienes son clientes asiduos de tan singular personaje.

“Una sonrisa es la base de la amistad”, dice Reyes y esa es precisamente la clave para que tenga clientes fieles y más que eso amigos que ha ido sembrando con el transcurrir de los años.

“Vienen a bolearse personas de distintas clases sociales y muchas veces me cuentan sus problemas mientras les doy el servicio. Me gusta escuchar y platicar, para que sea más ameno”.

“Me gusta venir con Reyes porque es muy simpático, agradable, uno se la pasa bien mientras nos da el servicio. Además es un hombre muy inteligente que le gusta filosofear. Te cuenta anécdotas muy a su manera que muchas veces te hacen reflexionar. Para mi es un amigo”, señaló el titular de la Comisión Estatal de Arbitraje Médico, quien acudió a que le dieran una boleada, al momento que se realizaba ésta entrevista.

Los comentarios generalizados respecto al trabajo de Reyes son palpables y se pueden constatar  con un  gracias, una buena propina o diciendo buenos días, frase que es pronunciada  a lo lejos por algún funcionario público de la ciudad.

“Si a uno le gusta su trabajo como a mí, no hay porque estar con caras largas. Tenemos que ser amables y dar lo mejor en lo que hacemos”, comentó Reyes.

“Bueno aquí seguiremos hasta que el cuerpo aguante. Solo una enfermedad o la muerte podrán impedir que venga a trabajar y haga lo que más me gusta, que es bolear. Soy feliz haciendo mi trabajo y no lo cambio por nada”, concluyó Reyes.

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